miércoles, 21 de abril de 2010

Mecanismos de transmición de las desigualdades de género desde la esfera de la familia a las del mercado y la política. (2/2)


Género en las esferas productiva y política.

La institución de la familia, sancionada por la moral y las reglas del pensamiento judeo-cristiano, facilita el control del hombre de la esfera productiva, ya que a través del matrimonio se asigna el rol de proveedor en un contexto económico emergente: el capitalismo, en donde aparece la institución del mercado. Esta institución libera al hombre de la sujeción de la servidumbre e impulsa la concentración urbana. En este contexto el hombre se apropia del mercado del trabajo al pasar masivamente a constituir la mano de obra fabril de la Revolución Industrial, en tanto la mujer, en caso de ser incorporada al proceso productivo, junto con la mano de obra infantil, eran asignadas a labores con menor remuneración que los hombres.

La construcción de la esfera productiva asociada al mercado, parte de principios de control de la mujer, que en los círculos más reaccionarios, incluso a mediados del siglo veinte, seguían desvalorizando el trabajo femenino a partir de una visión biologisista y profundamente dogmática, que asigna a la mujer una incapacidad natural para el trabajo. En 1960 en España se planteaba:

La mujer podrá poner en marcha un complejo industrial con la perfección de un hombre; trazará un plano de construcción más bello que el hombre. Aun más, un mundo gobernado por mujeres podría ser un mundo mejor, pero sería un mundo al revés de cómo Dios lo planeó y quiso. Lo que, pues, Dios hizo, no lo cambien… las mujeres” (Quintín de Sariegos, citado en Astelarra, 2005).

El control de la esfera política prolonga el control del poder del hombre ya que todas las instituciones y procesos que sancionan la distribución del poder está en manos de los hombres. La constitución de los estados modernos se fundamenta en la institucionalización de los derechos civiles a partir del marco jurídico surgido del pacto social.



Se ha planteado que el pacto social y la universalización de los derechos civiles son fundamentalmente un acuerdo entre hombres, ya que estos derechos han sido sistemáticamente negados a las mujeres. Incluso en el siglo XXI el mundo encuentra sociedades en done las mujeres carecen de los derechos más elementales y a las que se les asigna un papel completamente desvalorizado.

Como ejemplo de cómo desde el poder se ha prolongado el dominio masculino, y utilizando el caso paradigmático del Franquismo, por su profunda concepción del mundo reaccionaria y basada en el pensamiento católico, se reproducen dos citas de la sección femenina de la Falange fascista. La primera es la de su dirigente y la segunda de la revista de esta organización:

"Las mujeres nunca descubren nada; les falta el talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar, mejor o peor, lo que los hombres nos dan hecho." (Pilar Primo de Rivera).

"Cuatro verdades de la Sección Femenina de la Falange en 1943: -Una mujer no ha realizado nunca una invención mecánica. -Una mujer no ha tenido nunca el genio de la creación musical. –Una mujer no ha hecho el menor progreso en la cirugía. –Una mujer no ha tenido nunca la cabeza filosófica ." (Revista Y de la Sección Femenina, agosto de 1943 citado en Astelarra, 2005).

A partir de concepciones como las planteadas, en las que la condición de mujer es minusvalorada en el sentido elemental del Ser-Humano, incluso en la negación de la inteligencia de la mujer, se organizó el régimen político franquista y el corpus de leyes e instituciones que institucionalizaron la división de roles, derechos y oportunidades de las mujeres españolas en buena parte del siglo XX.
Estos ejemplos nos permiten presentar los elementos conceptuales para entender el proceso de construcción de las relaciones de género.

Imagen: Xx, Bárbara Lobatón, en http://www.flickr.com/photos/barbaralobaton/page4/

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